miércoles, 15 de octubre de 2008

El 17 de Octubre de 1945

El 17 de Octubre de 1945 se despertó la gran masa anestesiada, eclosionó el alma silenciosa y silenciada del pueblo, las columnas de obreros se movilizaron espontáneamente con un único objetivo: Rescatar al líder de los trabajadores argentinos, Juan Domingo Perón. Obligado a renunciar por la oligarquía y preso en la isla Martín García el pueblo se organizó y salió a las calles. Las columnas obreras empezaron a
poblar la ciudad, el rumor del pueblo fue creciendo y agigantándose, la multitud coreaba una canción popular: "yo te daré, te daré Patria Hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P, ¡Perón!". Y aquel Perón resonaba como un cañonazo, el cañonazo del pueblo que venía a rescatar a su líder, las grandes masas populares se decidieron a dictar el veredicto lapidario ante la crisis política producida por la obligada renuncia del líder de los trabajadores.Los trabajadores abandonaron las fábricas, los surcos, los yerbales, las chacras, los servicios de transporte. Grupos compactos de trabajadores fueron atravesando los puentes que unen Avellaneda con Buenos Aires y se dirigían hacia el centro de la ciudad. Sus gritos y voces despiertan el pánico de los habitantes, los comerciantes bajan las cortinas de sus negocios.Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y de Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor y el mecánico de automóviles, el tejedor la hilandera y el empleado de comercio.El sector céntrico de la ciudad era irreconocible. Buenos Aires era ocupada por centenares de miles de trabajadores enfurecidos. Las manifestaciones obreras confluían en la Plaza de Mayo y, rendidos por la marcha, numerosos manifestantes refrescan sus pies en las fuentes de la plaza, como un duro mensaje a quienes observan horrorizados desde los balcones "la conquista de Buenos Aires". Otros llegan montados en caballos, agrupados en camiones, trepados al techo del tranvía, amontonados en colectivos que debieron cambiar su recorrido y dirigirse hacia Plaza de Mayo con carteles improvisados brindando su apoyo y exigiendo a las autoridades la inmediata liberación de Perón. Esa gigantesca concentración obrera inauguraba el 17 de Octubre, era la unión entre el pueblo trabajador y su líder, Perón, era el subsuelo de la Patria sublevado, era el cimiento básico de la Nación que asomaba y que inscribía un nuevo capítulo en la historia Argentina.Con improvisadas antorchas hechas con ejemplares de "La Prensa" retorcidos en llamas los trabajadores iluminaron esa maravillosa noche, hasta que se asomó al balcón el líder rescatado por su pueblo, y sellando un pacto de lealtad eterna, Perón los llamó por primera vez por su nombre: ¡Trabajadores!
Por: Martín Lucero

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